La última carta de Baden Powell

Queridos Scouts:

Si alguna vez han visto la obra de “Peter Pan”, recordarán cómo el jefe de los piratas estaba siempre haciendo su último discurso de despedida por temor de que, posiblemente, cuando llegara la hora en que habría de morir, no fuera a tener tiempo para darlo a conocer.  Así me sucede a mí, y aún cuando no me estoy muriendo en este momento, esto tendrá que suceder uno de estos días, y deseo decirles una palabra de despedida.

Recuerden: esta es la última que oiréis de mí, por lo tanto, medítenla.

He tenido una vida muy dichosa, y deseo que todos ustedes tengan también vidas muy dichosas.  Estoy convencido de que Dios nos ha puesto en este mundo maravilloso para que seamos felices y gocemos de la vida.  Pero la felicidad no proviene simplemente de la riqueza, ni de tener éxito en la carrera, ni dándose uno gusto a sí mismo.  Un paso hacia la felicidad es hacerse uno sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así poder gozar de la vida cuando se es hombre.

El estudio de la naturaleza les enseñará cómo Dios ha llenado de cosas bellas y maravillosas este mundo para que lo puedan gozar.  Estén satisfechos con lo que les haya tocado y saquen de ello el mejor partido que puedan.  Vean siempre el lado bueno de las cosas y no el malo.

Pero la verdadera manera de obtener la felicidad es haciendo felices a los demás.  Traten de dejar este mundo en mejores condiciones de como lo encontraron; de ésta manera, cuando les llegue la hora de morir, podrán hacerlo felices porque, por lo menos, no perdieron el tiempo e hicieron cuanto les fue posible por hacer el bien.  “Estén Listos” en ésta forma, para gozar de una vida dichosa y morir dichosos: aférrense a su Promesa Scout siempre, aún cuando hayan dejado de ser muchachos.  Que Dios los ayude a hacerlo así.

Vuestro amigo, Baden Powell.

(Encontrado entre los papeles de Baden-Powell después de su muerte, acaecida el 8-1-1941)